viernes, 24 de julio de 2009

¡Melancolia!!


Melancolía - todavía deseo tu precioso rojo trágico...
¡Arrástrame, hacia tu valle!

Donde el pesar es fuerte y también es alegría.


Melancolía - todavía mi deseo, le permite a mi corazón inspirar por ti...

O llena el aire con tu dulce olor,

Deja a tu luz, tu creciente estrella.


Dondequiera que esté me despediré con un susurro

Porque vive con belleza - belleza que debe morir
Y en lo más profundo de mi esperaré su regreso

A su encantadora e imponente llama anhelaré


Oh deseoso y compungido pensamiento dime que sí,

Mi mejorada alma, desea...
Melancolía. Mi corazón es tuyo.

jueves, 9 de julio de 2009

Escrito desde la sangre


Entro por primera vez a mi nuevo blog (creo que ya tengo otros cinco abiertos y ninguno que valga realmente la pena) y leo en primera plana que hasta el momento, Melancolia, no ha develado la identidad de sus amigos...


Es que aún no los tengo! Es que no los tengo aquí. Acabo de llegar, es una noche helada, bajo un azul profundo congelado. Sólo me reprochan que no tengo amigos. No es justo. Claro que no lo es.


Sí que los tengo. La mayoría a 12 mil kilómetros, nada más. Pronto estarán cerca, cuando conozcan que puede que escriba de ellos, de mi, de los agujeros negros de nuestra vida, de los brillantes también, esos que expulsan luz y no se la tragan.


Aquí también, fuera de la virtualidad de este blog, tengo amigos. Dos, cuatro, seis? Creo que no mucho más. Conocidos? Siete, nueve, once? Enemigos íntimos? Uno? Es un detalle vulgar, esto de andar por ahí diciendo que uno no registra amigos. Aunque adore la soledad, el silencio...ese provocado por el frio de la noche (ya lo mencioné, no?) Pero no voy a hablar de mi, sino de mis amigos.


De los que tengo y de los que no. Y de los que pueda tener. Estoy lejos, muy lejos. Más cerca, aún más cerca. El fenómeno del blog transformado a un fenómeno social dentro de la categoría de amistad, qué curioso. Suponía que "el blog" era esa antipática página en blanco que surgía sobre el negro rodillo, de una remington gastada y vieja, tipo si, tipo no.


Esa página donde contar o mentir (que para el caso es lo mismo), que pone nervioso al escritor novato, al zorro viejo, al fabulador, al muerto de hambre y al sobreviviente. Pero, quién quiere amigos? Todos, todos queremos amigos, ser amigos, tener amigos, pocos amigos, un amigo. Una oreja que escuche, una boca que hable.


Pienso, luego existo: un psicoanlista! pensé. Ya tuve algo de eso. Pienso. Creo que todos estamos solos y todos somos amigos y todos escribimos blogs para estar menos solos, menos vacios y tener amigos. Pero, y me enojo conmigo misma, yo quiero decir cosas, sólo cosas. No quiero decir amigos. Que me lean si, si quieren. Que me suscriban, sí, si quiere, que me critiquen, sí, si quieren. Pero no puedo, no debo caer en la cursilería de la "adorada y santísima amistad" porque no existe.


Existen los seres que son amigos, intentan serlo, pretenden serlo y son o no son. Hacen compañía en el camino. Algunos ayudan a ver cosas que no vemos solos. A veces enjuagan lágrimas que creíamos que no teníamos. Y aunque no los conozcamos siquiera, siempre están. Tan frios y tan solos como las estrellas de esta noche dando guiños a la helada. Insisto, yo quiero contar cosas. Mias, vuestras, de ellos, de todos.


También quiero recontar cosas, leídas, escuchadas, pensadas. Del cuento y del recuento estamos hechos. Y del cuento al verso hay un estrecho trecho. Dejaría que esta noche fuera larga. Desearía la soledad completa de esta noche y dejar que los dedos se escurran sobre las teclas, sin mayores miramientos.


Sin pensar demasiado qué decir. Lo importante es decir, es escribir y sobre todo, para los amigos. Si me da el cuero, la sigo.