martes, 11 de septiembre de 2012
La melancolia se viste de gris.
Esta semana pasada ha tenido varios días en los que ha sentido una melancolía difícil de explicar, ella misma me ha dicho que no tenía grandes motivos, pero, es cierto que, en ocasiones le ocurre.
- Oye…, contéstame a una cosa ¿si la melancolía fuese una persona, de qué color se vestiría? – me preguntó como distraída.
- No tengo ni la más remota idea, no me lo había planteado nunca, sinceramente – yo estaba parapetada detrás de un libro y la miré algo perpleja
- Pues yo creo que se vestiría de gris – me lo dijo mientras se envolvía en su amplia chaqueta de lana precisamente de ese color y se queda mirando fijamente el tejido.
- ¿Por eso te has puesto esa vieja chaqueta?
- Estoy un poco destemplada, de todas formas es tan confortable… Me gusta, ya lo sabes
En ese momento salió como de un ensueño y con una voz diferente, más ronca, me dijo:
- Bueno… voy a escribir algo. Algo en gris.
La contemplé mientras se dirigía al escritorio y se preparaba para hacerlo…
“Hoy estoy un poco gris ¿sabes?, un poco gris. ¡Que color! ¿No?
Resulta de mezclar el negro, de la tinta china que, a veces, llena mi cabeza y el blanco de está página a la que me cuesta tanto enfrentarme…
No creas que es un color que le gusta a mucha gente, ocurre como con el marrón, no tiene muy buena prensa, se habla de días grises cuando son feos, tristes, cuando hace mal tiempo; también se habla de una persona gris cuando nos referimos a una persona mediocre, que puede pasar desapercibida, que lleva una vida sin emociones…
Yo, voy a intentar hacer una defensa del gris, por llevar la contraria, ya sabes…”
Se volvió a abrazar a si misma rodeándose con la vieja chaqueta de punto, le queda enorme, le da casi dos vueltas a su cuerpo… Pero se nota que le resulta confortable, parece tan suave… No he podido regresar a mi lectura, me gusta observarla cuando escribe.
“Mira, si quieres realmente, observar el valor del gris puedes hacer dos cosas: una, relativamente sencilla, coger una fotografía antigua, de las que llamamos en blanco y negro y mirarla a fondo, si la contemplas atentamente acabas viendo tantos, tantísimos matices que podrías perfectamente describir cada detalle de la fotografía, incluso, podrías decir qué colores son los que se esconden detrás de tantos grises, es así, es la capacidad que tenemos los seres humanos de llevar a nuestra vida a color todo aquello que, en principio, es gris.
Otra opción, que nos hace más difícil caer en la “tentación” de traducir a colores, es intentar hacer un dibujo tomando un lapicero negro, de grafito, o bien, un carboncillo y un papel blanco. Dibujar algo e intentar dar todo tipo de matices, luces y sombras, sacar volumen.
Te puedo asegurar que es difícil, he hecho unos cuantos, sobre todo en mis primeros años en la Escuela de arte, hacer dibujos de estatuas o, del natural, cuando llegaban aquellos modelos, muchachos y muchachas que, para ganarse un dinero, venían y posaban para nosotros, con aquellas posturas a veces naturales y, en ocasiones, de escorzos imposibles. Y los alumnos intentando reflejar en un papel blanco y con un simple carboncillo, cada movimiento, cada gesto, cada pliegue de la piel, cada volumen de cada músculo, cada brillo que los focos reflejaban en el pelo de los modelos y todo eso con la gama inmensa de grises que puede conseguirse tan sólo con esos dos instrumentos… ¿No parece increíble? ¿Sabes lo que supone sacar un brillo en el ojo de alguien para dar significado a una mirada? ¿Resaltar un pómulo, hacer viva una sonrisa, dar volumen a un gemelo o a un bíceps, a un pecho, a un glúteo,…? Pues te aseguro que aquellos que lo saben hacer lo consiguen, yo he tenido compañeros que eran auténticos maestros y lo hacían posible, de verdad, lo hacían posible y solo con eso: una escala infinita de grises.
El gris, realmente, es un color muy valioso y, si fuéramos capaces de verlo de este modo, dejaríamos de llamar grises a los días y a las personas que no nos gustan o que no nos resultan atractivos…”
Me lo dio a leer y, después, le pregunté que por qué me había dicho que la melancolía se vestía de gris. Lo que me contestó, me sorprendió, no me lo esperaba:
- La melancolía, amiga, tiene muchos matices, pasa por muchos estados de ánimo, puede estar provocada por muchos motivos o por ninguno en concreto, pero, la melancolía no es ni estrictamente triste, ni anodina, ni siquiera está exenta de emociones, mas bien al contrario… por eso pienso que se vestiría de gris porque este color es muy rico en tonalidades y en grados, como la melancolía, igual que ella…
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